Literatura

“Mírame una vez más” (Concurso de Relatos Breves San Valentín 2013)

Tras el reflejo perdido de una pupila, el tiempo pasaba pero su corazón se hallaba completamente paralizado. Entre la multitud tenía que hacer un esfuerzo para controlar su respiración, pero para él, allí no había nadie, se encontraban solos como aquella primera vez. La diferencia es que esta vez no tuvo valor para acercarse. Eran como desconocidos que se conocían muy bien.
Habían pasado casi cincuenta años desde que aquella farola les vio por vez primera. Bajo aquella luz mágica un príncipe y una doncella deseosos, nerviosos y a la vez atormentados, acercaban sus rostros muy lentamente hasta rozar con la punta de su nariz con la que juguetearon hasta que una sonrisa nació en labios de ella. Sus manos empezaban a descender desde aquellas sonrosadas mejillas hasta desembarcar en aquellos carnosos labios, él no dudo en abrazarla con un poco de fuerza, para así eliminar todo el espacio posible que todavía les separaba. Sus ojos comenzaron a cerrarse y entonces sus labios quedaron completamente sellados, unidos por aquel jugo que les supo como la más poderosa de las pociones que les concedería a ambos el poder del amor verdadero.

Son muchas las personas que creen que éste tipo de amor, donde acaban comiendo perdices siendo felices, tan solo suceden en los cuentos populares con el objetivo de hacer soñar a los más pequeños, evadiéndoles de esa realidad en la que el príncipe nunca irá de azul y la doncella no llevara nunca corona porque jamás se conocerán y no porque una bruja malvada se lo impida sino porque quizás jamás creyeron en eso a lo que llaman amor.

Se dice que una persona nunca te pertenecerá pero si habrá una cosa que sea verdaderamente tuya en ella y es lo que ésta sienta por ti. Ese sentimiento que se crea junto a todos esos recuerdos hacen que cuando despiertas, estés allí donde quieres, en ese cuento mágico, la diferencia es que éste es real y empieza cuando los parpados se levantan igual que cuando el telón se abre y comienza la función.

Ha pasado un largo camino y sigo aquí en el mismo lugar, aquel hermoso jardín de grandes árboles con una única farola hoy es un gran castillo con tobogán donde apenas se puede tomar la sombra. Pero ella sigue ahí, tan hermosa como siempre sigue brillando con esa bella luz, radiante, llena de esa magia que la caracteriza. Todavía conserva aquellos nombres que grabamos esa misma noche, fue idea de ella… Siempre tenía grandes ideas, las mejores sin duda alguna. Metió las manos en el bolsillo de mi chupa de cuero, saco esa vieja llave oxidada y comenzó. Yo no sabía lo que hacía hasta que vi aquellas iníciales rodeadas con ese corazón. Ella dijo: - “¿Ves esto? Espero que lo veas siempre, porque solo el día que esto consiga borrarse yo dejaré de amarte”. No pude evitarlo y le conteste que si aquello pasara alguna vez, yo lo volvería a grabar todos los días si fuese necesario y así conseguiría enamorarla siempre en cada despertar. Ella sonrió de nuevo con aquella sonrisa, la única capaz de hipnotizarme. Se aferro a mi cuello y bajo aquella farola que había visto nuestro primer beso nos juramos amor eterno.

Me cuesta mucho controlar las lágrimas, cada momento, cada palabra, una simple mirada… su mirada. Todavía recuerdo como podía reflejarme en aquellas pupilas y como añoro algo tan cotidiano, sin embargo, para mí era el mejor regalo del día, ella despertaba enredada en aquellas sábanas blancas y yo me quedaba adentrado en aquella mirada.

Hoy se que jamás volveré a ver esos ojos... Han pasado cuarenta y nueve años desde que sus cenizas volaron hacia un nuevo lugar, pero yo sé que ella todavía sigue aquí, en este lugar, el corazón me lo dice y para mí, ella sigue viva en cada recuerdo porque cuando miro esa pintada intacta como el primer día siento que ella se acerca a mi y me alborota el pelo como solía hacer, de pronto me parece oler a aquel aroma de rosas… su perfume, la siento abrazándome, entonces una brisa de aire cálido llega hasta mí y ésta me susurra al oído “Feliz día de San Valentín, amor”

Porque un día nos convertimos en príncipes de nuestra historia, nos construimos todo un castillo en un apartamento de apenas cincuenta metros cuadrados, vencimos a todos los monstruos que quisieron separarnos, al final nos dimos cuenta que estos tan solo nos preguntaban si de verdad queríamos seguir juntos y así fue. Es cierto que no pudimos con aquel que nadie sabe como vencer pero unos minutos antes, ella me tendió su mano y allí encontré aquella vieja llave oxidada, me sonrió y cerró aquellos preciosos ojos.

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